Compartimos con ustedes este nuevo artículo de Daniel Amorín publicado en la revista española Fiat Lux (Nº3). Junto a ella les dejamos la filmografía y algunos links a algunas de las películas del realizador surcoreano.
Kim Ki-duk o la tragedia en tres actos
A mi modo de ver, el coreano Kim Ki-duk y el austríaco
Michael Haneke son los dos máximos exponentes del cine de autor de la
actualidad.
Es frecuente leer que el cine de Kim presenta imágenes
sorprendentes, poderosas, casi hipnóticas, a menudo de una violencia
insoportable; que sus personajes hablan poco o no hablan, pertenecen
generalmente a estratos bajos, son marginales o eligen serlo como único modo de
resistir a un medio hostil, y encuentran en la violencia un vínculo amoroso;
que sus historias tienen un ritmo lento, presentan una imprecisa frontera entre
onirismo y realidad, emanan incomunicación, violencia y hasta truculencia
salpicada por un humor tan inocente que resulta perverso, y gusta de finales
oblicuos en los que irrumpe la parábola fantástica y simbólica.
Y todo es cierto.
El propio Kim ha dicho que “mis personajes no hablan
porque son seres enfermos, heridos hasta la médula, incapaces de comunicarse”, “el
mundo cotidiano está repleto de violencia y es la que a mí me interesa”,
“intento hablar de cosas extremas que se unen como la suciedad y la pureza”, “somos
seres tristes que viven en el sufrimiento”, “sin la moral del perdón no se
puede vivir en la sociedad actual, todos somos responsables de los crímenes que
pasan en el mundo”, y que “no es sino mirando atentamente algo sórdido que
descubrimos su belleza”.
Y esa línea de pensamiento está reflejada en su
personalísimo cine.
Pero no es de todo eso que me interesa hablar en este
espacio, sino de un aspecto acaso desapercibido de su forma de narrar. Casi
todas sus películas se estructuran como tragedias
en tres actos: humillación, venganza y culpa. Y son esos los motores de sus creaturas.
en tres actos: humillación, venganza y culpa. Y son esos los motores de sus creaturas.
En efecto, los personajes de Kim sufren la humillación
de un “afuera” infame, o se la auto infringen en un desesperado intento por ser
aceptados por la sociedad; las atroces consecuencias de la humillación los
conduce a la venganza, generalmente mediante violencia extrema; y, pasada la
instancia de ira y venganza, sobreviene la culpa, que lleva a los personajes al
suicidio, o al arrepentimiento mediante sádicos auto castigos, o a expiarla
humillándose otra vez, con lo cual el círculo fatídico vuelve a comenzar.
Esta lógica atroz, fatal y por lo tanto previsible,
puede resultar insoportable. Y en efecto lo es para el gran público. Es que una
cosa es la violencia expuesta por el sádico placer de exponerla para
divertimento de espectadores igualmente sádicos, y otra muy distinta la
descripción lúcida y descarnada de una sociedad contemporánea en donde no
existen relaciones de igual a igual, y esas diferencias de poder entre los
hombres generan la tragedia en trío
descubierta por el surcoreano. Eso molesta.
Claro, alguien podría decir: vale, comprendo el mensaje, pero ¿cuántas pelis necesitas para decir
siempre lo mismo?
Pues esa es parte de la gracia y tal vez por eso es
que no se menciona la repetición sistemática de esta estructura en el cine de
Kim. Sus películas son en general distintas entre sí, tratan temas diferentes,
y a menudo nos sorprenden con nuevas ideas y enfoques. Cada película suya tiene
cosas para decir. Lo notable es que debajo de esas historias y personajes
diferentes, incluso actores y técnicos diferentes, puede verse discurrir
siempre la misma tragedia en tres actos, a la que, según Kim y en los tiempos
que corren, estamos todos condenados.
Pero hay otro aspecto aún más notable. A pesar de ese
fatalismo, sus personajes encuentran a veces un modo de escapar a su destino. Es
cuando las fronteras entre realidad y sueño se desvanecen, cuando el milagro
del amor irrumpe bajo formas incomprensibles, o cuando un personaje consigue
ser invisible para los demás.
Respecto a si es posible que un coreano toque nuestra
sensibilidad occidental, el realizador afirma: “la sinceridad es universal, y
si algo se hace con honestidad, la gente lo entiende”.
Y yo afirmo que hay pocos cineastas de los que pueda
decirse que más que cineastas son una cinematografía. Kim Ki-duk es uno de ellos.
Filmografía de Kim Ki-duk y algunos links:
1996. Cocodrilos
1997. Animales salvajes
1998. La posada de la jaula de los pájaros
2000. Ficción real
2000. La isla
2001. Domicilio desconocido
2001. Chico malo
2002. Guardia costera
2003. Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera
2004. Chica samaritana
2004. Hierro 3
2005. El arco
2006. Tiempo
2007. Aliento
2008. Sueño
2011. Arirang
2011. Amén
2012. Piedad
2013. Moebius
Filmografía de Kim Ki-duk y algunos links:
1996. Cocodrilos
1997. Animales salvajes
1998. La posada de la jaula de los pájaros
2000. Ficción real
2000. La isla
2001. Domicilio desconocido
2001. Chico malo
2002. Guardia costera
2003. Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera
2004. Chica samaritana
2004. Hierro 3
2005. El arco
2006. Tiempo
2007. Aliento
2008. Sueño
2011. Arirang
2011. Amén
2012. Piedad
2013. Moebius
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