En estos días escuchamos declaraciones del presidente y vice de la república que nos dejaron, por decir algo, perplejos:
"La mejor de ley de medios es la que no existe"
Presidente interino de la República Danilo Astori en canales de TV uruguayos
"... el día que le llegue [un proyecto de ley de medios al presidente] ya ha dicho que va a tirarla a la basura (...) con todos los defectos que puedan tener nuestros criollos [los "criollos" son Romay, De Feo, Scheck, etc], trataremos de entendernos y de no hacernos pedazos para que no nos coman los de afuera". Presidente José Mujica a diario La Nación de Argentina.
Por casualidad encontramos este mensaje de SUA, la asociación de actores uruguayos, y lo queremos compartir porque expresa, cabalmente, nuestro sentimiento.
La clase política en general y el gobierno en particular expresan su constante interés por crear más y mejor empleo, universalizar la salud y la educación, crecer en vivienda, mejorar la seguridad e instalar en la población una nueva visión del ser uruguayo, hacia la construcción del Uruguay del conocimiento, pero sin embargo, más allá de sloganes, no parece preocupar la ausencia de discusión del rol de la cultura dentro de la estrategia de desarrollo del país. Esto denota una incomprensión de que sin política cultural no hay cambios profundos posibles. Las expresiones culturales y artístico culturales de un pueblo se convierten en herramientas fundamentales para el afianzamiento y desarrollo de los seres humanos, la reflexión sobre sí mismos y su convivencia en democracia. No en vano los gobiernos dictatoriales entre sus primerísimas acciones se encuentra la represión de las manifestaciones culturales por considerarlas un factor de emancipación y “subversión”.
El gran retraso objetivo en que se encontraba y encuentra Uruguay en esta definición de políticas en esta materia hace que, a veces, al evaluarse la gestión oficial, se destaquen exclusivamente las carencias, que son muchas dicho sea de paso, perdiéndose de vista que, aún en la ausencia de una discusión profunda a nivel Estado, la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura, ya desde el gobierno anterior viene desarrollando con acierto una serie de iniciativas y programas de fomento. Es justo reconocerlo. Y es desde este reconocimiento y en procura de avanzar hacia el diseño de los grandes lineamientos de políticas culturales, que pretendemos que se generan instancias para revisar acciones, mejorar el presupuesto y corregir problemas de funcionamiento que, a nuestro juicio, impiden alcanzar los objetivos necesarios.
Es imposible desarrollar un programa de cultura adecuado si , en primer lugar no existe una correcta discusión que permita definir y planificar programas al servicio de las necesidades del país y segundo sin un presupuesto justo en función de ello. El actual está alrededor de 50 veces por debajo de las recomendaciones de la UNESCO. La ausencia de políticas sumada a esta última limitante hace que sea imposible visualizar un programa claro y muchísimo menos aún, la posibilidad de que, al menos a plazo, los artistas podamos vivir en algún momento de nuestra profesión.
Esta misma situación hace inviable la formalización del funcionamiento de la propia Dirección Nacional de Cultura la que parecería estar sumida en un caos organizacional. Con concursos que tienen varias bases, con jurados que también son concursantes, con reglas poco claras para los concursantes quienes en algunos casos son legítimos y en otros no, sin que la DNC explique y comunique -con la claridad que requiere la función pública – los criterios utilizados en uno y otro caso, a qué se deben los errores ocurridos y sobretodo qué medidas se tomarán para evitarlos en el futuro y mejorar los procedimientos de acceso a fondos y premios.
La impugnación de los certámenes “La voz de Sánchez” y el 54º Premio Nacional de Artes Visuales así como la premiación en los Fondos Concursables de trabajadores contratados por el MEC demuestra la vulnerabilidad y la falta de contralor y transparencia en el uso de los recursos públicos por parte de la DNC.
¿No habrá que formalizar la estructura de funcionamiento de la DNC haciendo concursable cada puesto público que se deba llenar revisando la cadena de controles y las condiciones de los llamados?
¿No será hora de convocar a organizaciones, instituciones, gremiales y personalidades de la cultura y el gobierno a discutir un programa de acción que le permita al artista aspirar a vivir con dignidad de su trabajo? ¿No es urgente la creación de un Sistema Nacional de Trabajadores de la Cultura?
Como país nos está faltando una reflexión a fondo sobre políticas culturales en la que también participemos los trabajadores de la cultura quienes somos los responsables, impulsores, subvencionadores de la gran mayoría de los hechos culturales que se producen.
¿Hasta cuándo debemos seguir escuchando de nuestras autoridades que se puede hacer arte con unos pocos pesos sabiendo que esto implica que el artista no sea considerado como trabajador con el desmedro que esto significa para la profesionalización del sector?
De “mal agüero” nos resulta las declaraciones del Presidente de la República sobre que tirará a la papelera una posible Ley de Medios. Los trabajadores de la cultura aspiramos a que se garantice la producción y difusión de contenidos artísticos nacionales en los medios de comunicación como ineludible reconocimiento de las necesidades del país de difusión de su propia Cultura.
Pronto hará tres años que se aprobó la Ley N º 18384 “Estatuto del artista y oficios conexos” y aún ningún trabajador de la cultura ha aportado por este estatuto al BPS. ¿Está teniendo en cuenta el Estado esta Ley al contratar artistas? ¿Está fiscalizando el Estado la aplicación de la Ley en el sector privado? ¿Hasta cuándo los trabajadores de la cultura seguiremos sin seguridad social?
¿Qué opinión tiene el MEC acerca de nuestro postergado ingreso al Consejo de Salarios? ¿Ni siquiera tenemos el derecho a una mesa de discusión y negociación?
¿Acaso la discusión sobre educación no incluye el sueldo de los maestros y la de la seguridad el sueldo de los policías? ¿Por qué no hablar de la indigente situación de los artistas?
¿Cómo se ubica el MEC en los discursos de formalización de los trabajadores y sus condiciones de trabajo propiciados por el MEF y el MTSS?
¿O cuando se habla de uruguayos se excluye a los artistas?
Sociedad Uruguaya de Actores – PIT CNT
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