El 24 de enero, atropellado
por una motoneta policial, murió Theo Angelopoulos, quizás la máxima figura que
haya dado el cine
griego.
Una verdadera lástima. Con
76 años, se encontraba trabajando en su útlima película “El otro mar”, un testimonio
fílmico sobre la grave crisis económica actual que atraviesa Grecia.
Como uno de los pocos
grandes autores que quedaban, se pueden reconocer en él ciertos temas que son
parte de sus reflexiones y su búsqueda: los efectos de la política sobre la
vida de la gente, la necesidad y la angustia por cambiar el mundo, el drama
existencial que implica el desarraigo y la migración.
La nostalgia y la noción de
viaje –viaje obligado por las coyunturas- que es a la vez un viaje interior,
son una constante en su cine.
Y el uso de la música
incidental con sentido dramático, seguramente una influencia del cine italiano,
ha dado a la historia de la música de cine creaciones magistrales como la de Eleni Karaindrou.
Su obra siempre profunda y
rigurosa se ha caracterizado por un ritmo lento, el empleo de elaborados planos
secuencia y un tratamiento de la imagen en cuanto a encuadres y puesta en
escena, del sonido y de la propia actuación, con una intención poética que no
es de fácil acercamiento para el público común.
Una búsqueda constante por
llegar sensiblemente al espectador, mostrar lo esencial, lo no visible en
resoluciones cinematográficas de exquisito poderío.
Algunas de sus películas:
Reconstrucción (1970)
Días del 36 (1972)
El viaje de los comediantes (1975)
Los cazadores (1977)
Megalexandros (1980)
Viaje a Citerea, 1984
Paisaje en la neblina
(1988)
La mirada de Ulises (1995)
La eternidad y un día
(1998)
Eleni – El valle de los
lamentos (2004)
Comentarios