Décima y última parada: escuelas rurales en Treinta y Tres
Ya cerca de fin de año, tras la amenaza de lluvia salió el sol para el último viaje a la escuela rural Nº 67 - Cerros de Amaro, ubicada a unos diez minutos de la ciudad de Treinta y Tres.
Con motivo de la filmación, la escuela 67 (seis alumnos) y la escuela 12 (12 alumnos), se reunieron para compartir la lectura.
El hecho en sí no era extraño ya que los niños se conocen por compartir actividades y libros, ya que la biblioteca mínima de 64 libros de Biblioteca solidaria la reparten entre varias escuelas y la hacen circular durante todo el año.
En las entrevistas fue notable ver la influencia del entorno en el gusto por la lectura de los niños, estrechamente vinculada a las tareas del campo, y sobre todo, al saber en torno al ganado vacuno y a los equinos.
Como ya nos ha ocurrido en otras escuelas rurales, es notable ver cómo los niños más grandes cuidan naturalmente de los más pequeños, sin que esa actitud sea el resultado de ninguna orden impartida por docentes u otos adultos.
El bellísimo paisaje de la ruta 8 entre Treinta y Tres y Melo es el escenario habitual para estos niños que juegan, aprenden y socializan, en un ambiente de afecto y compañerismo.
Ya cerca de fin de año, tras la amenaza de lluvia salió el sol para el último viaje a la escuela rural Nº 67 - Cerros de Amaro, ubicada a unos diez minutos de la ciudad de Treinta y Tres.
Con motivo de la filmación, la escuela 67 (seis alumnos) y la escuela 12 (12 alumnos), se reunieron para compartir la lectura.
El hecho en sí no era extraño ya que los niños se conocen por compartir actividades y libros, ya que la biblioteca mínima de 64 libros de Biblioteca solidaria la reparten entre varias escuelas y la hacen circular durante todo el año.
En las entrevistas fue notable ver la influencia del entorno en el gusto por la lectura de los niños, estrechamente vinculada a las tareas del campo, y sobre todo, al saber en torno al ganado vacuno y a los equinos.
Como ya nos ha ocurrido en otras escuelas rurales, es notable ver cómo los niños más grandes cuidan naturalmente de los más pequeños, sin que esa actitud sea el resultado de ninguna orden impartida por docentes u otos adultos.
El bellísimo paisaje de la ruta 8 entre Treinta y Tres y Melo es el escenario habitual para estos niños que juegan, aprenden y socializan, en un ambiente de afecto y compañerismo.
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