Ayer empezó el 16º Festival de Invierno de Cinemateca.
Aún no hemos podido ver la programación. Pensamos ponernos mañana al día con eso. Pero leímos el editorial del boletín, y una vez más nos interesó compartir sus reflexiones.
Aquí va.
Se habla de “formación de espectadores”. Se discute cómo hacer para despertar esa curiosidad por el cine como acto creativo. Y, mientras se piensa lo ya pensado, desaparecen lenta e inexorablemente los cinéfilos, los críticos, dejando una obra escasa y casi ningún magisterio formal. Se dice de Uruguay, irónicamente o no, que es un país generoso. Y generoso es, sobre todo en su persistente desidia, en el descuidado derroche de lo que hubo en abundancia y hoy nadie parece notar que escasea. País sin referentes culturales, que se da el lujo de ignorar olímpicamente las trayectorias, donde se empieza, siempre, de cero, con la secreta esperanza de inventar la pólvora, que no la rueda.
Fuente: Boletín nº 478. Cinemateca Uruguaya
Aún no hemos podido ver la programación. Pensamos ponernos mañana al día con eso. Pero leímos el editorial del boletín, y una vez más nos interesó compartir sus reflexiones.
Aquí va.
Se habla de “formación de espectadores”. Se discute cómo hacer para despertar esa curiosidad por el cine como acto creativo. Y, mientras se piensa lo ya pensado, desaparecen lenta e inexorablemente los cinéfilos, los críticos, dejando una obra escasa y casi ningún magisterio formal. Se dice de Uruguay, irónicamente o no, que es un país generoso. Y generoso es, sobre todo en su persistente desidia, en el descuidado derroche de lo que hubo en abundancia y hoy nadie parece notar que escasea. País sin referentes culturales, que se da el lujo de ignorar olímpicamente las trayectorias, donde se empieza, siempre, de cero, con la secreta esperanza de inventar la pólvora, que no la rueda.
En
poco más de un año, murieron Ronald Melzer, Oribe Irigoyen y
hace
sólo unos días, Jaime Costa. Ejercieron la
crítica con rigurosidad, discutieron con pasión, llevaron su amor por
el cine a extremos inusuales.
La
última vez que vimos a Jaime Costa fue en Cine Universitario. Nos
reunimos a hablar de la difícil situación que atraviesan los cineclubes, el
cine
uruguayo, la crítica, los archivos fílmicos.
De
esa reunión surgió un comunicado de prensa conjunto, de la
Asociación de Críticos, Cinemateca Uruguaya y Cine Universitario
urgiendo al Ministerio de Educación y Cultura a tomar acciones efectivas en
defensa del cine nacional, el patrimonio audiovisual y la cultura
cinematográfica en el Uruguay.
De
parte del Ministerio, lo que se propone es lo que ya se venía
gestando en conjunto con ASOPROD: el Compromiso Audiovisual, del que se espera
mucho, pero con infinitas dudas de cuán “comprometedor” será el
resultado del mismo para el próximo gobierno.
Mientras
tanto, nuestros vecinos de Brasil anuncian que invertirán 542 millones
de dólares en el sector audiovisual: “Estamos hablando de un
fondo de 1.200 millones de reales (alrededor de
US$ 542 millones), sin duda el mayor programa de
apoyo a la producción audiovisual que se
implementará en Brasil. Es el mayor programa por
el volumen de recursos pero sobre todo por el conjunto de
iniciativas que abarca y porque involucra a
toda la cadena productiva; desde la creación, el rodaje, la
ampliación y modernización del exhibidor,
pasando por la producción y
la difusión y por el incentivo. Un programa
de un tamaño compatible con el talento, la creatividad de
nuestros productores audiovisuales”, dijo la
presidente de Brasil.
Cabe
señalar, de paso, que Brasil concurrirá a las urnas en octubre de
este año, lo que no le impide al gobierno implementar políticas que se
continuarán luego de las elecciones, sea quien sea el próximo
gobernante.
A
eso le llaman “políticas de Estado”, mientras que en Uruguay las
perspectivas son que si el próximo
gobierno efectivamente se
compromete a lo que el sector audiovisual pretende y si invierte lo que se debe
invertir, se comience a implementar en 2016 lo que debió implementarse hace
varios años, cuando no décadas. Pero ya nos parece estar oyendo “¡Ah, pero Brazil es un
gigante comparado con Uruguay!”. Y sí, es 48 veces más grande en
territorio, y
60 en población. Puede aplicarse la proporción que se quiera y la
suma seguirá siendo muy importante. Y
esto es así porque la verdad es de Perogrullo: los Estados con
políticas patrimoniales, culturales y productivas serias
invierten fuertemente en proteger su cine y se
comprometen con un programa que abarca todos los aspectos de la cadena,
desde
el fomento a la producción hasta la preservación. Lo que es
insostenible es que no exista compromiso alguno, salvo
en las esperanzas de un grupo de personas que se resignan a
tener que explicar una y mil veces, por qué es necesario preservar el
patrimonio audiovisual, garantizar que existan
pantallas para el cine uruguayo e independiente, promocionar la
existencia de un circuito alternativo de exhibición y distribución, formar
espectadores, fomentar la producción, etc. Hoy día, el
sector audiovisual se encuentra generando un programa sin tener garantía de
que lo que surja de estas largas jornadas de discusión vaya a tener los
fondos que lo vuelvan viable, entre otras cosas, porque, hasta ahora, el
“compromiso” es puramente nominal.
Voluntad
política, inversión y planificación, equivalen a
compromiso.
El
resto son vagas declaraciones de intención.
Hace
un par de meses, Jaime Costa escribía en un mail: “Lo peor,
no encuentro más que declaraciones de principios y ‘hay
que hacer esto’ o ‘hay que hacer aquello’, pero
nadie dice ‘vamos a hacerlo ya’. Sí, ya sé, siempre
fue así, pero... ¿siempre lo será? ¿No es
hora de cambiar? Yo, al menos, NO ME DOY POR VENCIDO.”
Y
sí, en Uruguay la gente muere sin darse por vencida, las
instituciones languidecen sin darse por vencidas y el cine en el Uruguay empieza a
parecerse demasiado a un fundido a negro que amenaza con durar toda la
eternidad.
Seriamente, ¿no es hora de cambiar?Fuente: Boletín nº 478. Cinemateca Uruguaya
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